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Cinco desaciertos que los adultos suelen cometer al participar en el juego infantil | El Mercurio

En el Día del Niño se recuerda que jugar es la principal forma en que los menores aprenden:

Cinco desaciertos que los adultos suelen cometer al participar en el juego infantil

Dirigir actividades sin dejar que los más chicos tomen la iniciativa, resolver todo por ellos o no permitir que pierdan, son acciones que, aunque bien intencionadas, pueden mermar sus beneficios.

Cada segundo domingo de agosto, Chile celebra el Día del Niño para destacar el aporte que estos hacen a la sociedad, así como para promover sus derechos, entre ellos la garantía al juego, explícitamente reconocido en la Convención sobre los Derechos del Niño de las Naciones Unidas.

‘El juego es la forma en que los menores comprenden el mundo. Ya sea con muñecas, bloques, trenes o plasticina, los niños usan el juego para explorar, experimentar y aprender. En la primera infancia, es esencial que los niños tengan al menos una hora de juego libre al día, según recomiendan las investigaciones. Durante este tiempo, se les debe animar a hacer preguntas, poner a prueba sus ideas y desarrollar el pensamiento creativo’, indica un artículo publicado a principios de mes por el Instituto para el Desarrollo y la Educación en Primera Infancia de la U. de Texas A&M (EE.UU.).

El mismo documento entrega sugerencias para que padres, cuidadores y educadores no caigan en errores involuntarios al jugar con los más chicos, pudiendo, sin quererlo, coartar su autonomía o disminuir los beneficios del tiempo recreativo. Y es que, a través del juego, los niños ‘ejercitan la imaginación, enfrentan desafíos, procesan emociones y desarrollan lenguaje’, recuerda Magdalena Domeyko, psicóloga y directora de contenidos y programas de Fundación Familias Primero.

Aquí, la especialista y otras académicas del área de la educación abordan las falencias que el informe nombra, así como otras que por desconocimiento, y no malas intenciones, se suelen cometer al jugar con niños.

  1. Guiar todo

Magdalena Domeyko plantea que una equivocación frecuente ‘es intervenir demasiado pronto. Muchos adultos tienden a resolver por los niños, incluso antes de que se lo pidan, o a dirigir la actividad con la intención de que salga ‘bien’. Pero eso transmite el mensaje de que el niño no es capaz por sí solo’.

‘Una de las necesidades psicológicas básicas es la autonomía’, señala Bernardita Fuentes, educadora de párvulos y académica de la Escuela de Educación de la U. de los Andes.

‘El juego es el espacio perfecto para que el niño tome decisiones, haga propuestas, tome la iniciativa, haga ajustes según los objetivos que se ha propuesto e integre nuevas posibilidades. Es promotor de iniciativa, creatividad y autonomía cuando la voz la tienen los niños’.

Si los adultos lideran el juego, ‘nos perdemos la oportunidad de despertar la creatividad de los niños y escuchar lo que realmente piensan y sienten. El juego es el lugar donde muestran su mundo interior; dejemos que lo expresen con libertad’, agrega María José Castro, directora ejecutiva de Fundación CAP.

  1. No ofrecer material variado

‘Combinar materiales fomenta la creatividad, la resolución de problemas y la narración, abriendo la puerta a infinitas posibilidades imaginativas’, indica el artículo publicado por la U. de Texas A&M.

‘Si hablamos de niños pequeños, la exploración del mundo, de las cosas, de los seres vivos, se realiza a través de los sentidos, el cuerpo y el movimiento. Si el adulto acota las posibilidades de exploración y manipulación a un solo tipo de material o un solo juguete, está limitando la experiencia sensorial de los infantes. Tampoco se trata de un bombardeo de materiales, pero la variedad le aporta riqueza’, explica Fuentes.

Algo clave de entender es que el material puede incluir bloques o peluches, pero también otras cosas más sencillas, como una hoja de papel arrugada: el juego puede ser tener que tirarla para alcanzar cierto objetivo, sugiere la educadora.

  1. Participar sin narrar

Narrar durante el juego ‘ayuda al niño a desarrollar lenguaje para describir sus comportamientos, ampliar su vocabulario, reforzar conceptos (como colores, formas y acciones) y fortalecer su conciencia emocional’, señala el artículo universitario, que también destaca que ‘describir su comportamiento les demuestra que se está atento y los anima a seguir explorando’.

‘Cuando el niño elige la actividad y el adulto acompaña narrando y validando, se triplica el tiempo de concentración sostenida’, complementa Domeyko. ‘También hemos visto que la comprensión de instrucciones mejora notoriamente cuando los adultos describen lo que el niño hace, en lugar de solo dar órdenes’.

  1. Dedicarle poco tiempo

Un diagnóstico de habilidades aplicado por la Fundación Familias Primero a niños de sectores vulnerables, de entre 2 y 4 años, reveló que un tercio de ellos presentaba rezagos en áreas clave del desarrollo, entre ellas la motricidad gruesa.

‘Parte de este rezago podría explicarse por la falta de oportunidades reales de juego: poco tiempo disponible de los cuidadores, exceso de pantallas, desplazamiento pasivo en coches y falta de espacios seguros’, indica Domeyko.

En otros casos, más que dedicar poco tiempo, es la necesidad de seguir avanzando. Así, dentro del aula, un desacierto común ‘es que, por apuro o por querer ayudar, los adultos terminan resolviendo por los niños, especialmente en el caso de quienes van más lento o se distraen’, explica.

  1. Dejarse ganar siempre

La vida en sociedad es reglada, recuerda Bernardita Fuentes. Por lo mismo, es importante que los niños conozcan los juegos con reglas, y que no se caiga en la costumbre de hacerlos triunfar siempre. Tener esto claro ‘incentiva el desarrollo de competencias socioemocionales como la autorregulación, el respeto, valores —como la justicia y la persistencia—, la toma de perspectiva y la valorización de las normas, entre otros’, señala la académica.

‘El aprendizaje real ocurre cuando hay espacio para explorar, equivocarse y volver a intentar’, concluye Castro.